Desde sus orígenes, la cocina cubana ha sido el resultado de la confluencia de los propios factores que permitieron la formación de la nacionalidad, en el siglo XIX: la mezcla de las costumbres españolas, aborígenes, africanas y la posterior influencia de la inmigración asiática y yucateca.
El plato nacional es el ajiaco criollo, un conjunto de viandas, vegetales y carnes de diversos tipos cocinados juntos que varía por la diversidad de los ingredientes empleados en su confección.
Los platos cubanos más típicos son, además del ajiaco y de las combinaciones del arroz con distintos ingredientes, la carne de cerdo asada o frita, los tostones o chatinos (trozos de plátano verde aplastados y fritos), chicharrones de cerdo y picadillo de carne de res.
Una cena cubana típica no deja fuera esa gloria de la culinaria nacional que es el congrí (guiso de arroz con frijoles colorados) y la carne de cerdo asada o frita, plato que se acompaña con deliciosa yuca salcochada y aderezada con un mojo de naranja agria y ajo, y con un platillo de plátanos verdes fritos y aplastados a puñetazos, los llamados tostones. Tan cubana como esa cena podrían ser un plato de arroz con pollo, unos tamalitos, o para los que prefieren el carnero, un buen chilindrón de esa carne que no rechazaría el gourmet más exigente.
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